«The Beatles: Get back», pero ya tengo 30 años

Tengo 30 años actualmente, la edad que rondan los Beatles en este documental. Ya algunos están casados como yo, y el frenesí de los 20 se está aplacando. Hemos estado aquí y allá en la música, y ya la comprendemos y la controlamos bastante bien. Digamos que la gran diferencia entre ellos y yo es la fama y la fortuna… Entre otras 10 cosas…

Escucho canciones de los Beatles desde que tengo memoria porque a mi papá le encantan, y tiene, si no todos, casi todos los álbumes. Hasta recuerdo una anécdota de mi infancia en la que le pedí que quitara el «Carmina Burana» de Orff, que me estaba asustando, y él lo remplazó por los Beatles, así que esa noche, a mis 6 o 7 años, por fin pude dormir tranquila. Pero a pesar de que estuvieron de fondo durante mi infancia, nunca desarrollé un interés particular hacía ellos, solamente me sabía sus nombres como cultura general, y en mi adolescencia me aprendí «Yesterday» y «Let it be» porque eran clásicos que había que saberse.

Más tarde llegó la película «Across the universe», que puso a los Beatles en el mapa para las nuevas generaciones, y simultáneamente, mi hermana se aprendía «Blackbird» en la guitarra y la cantábamos una octava arriba. Pero no me volví fan de ellos, es más, llegué a hartarme de su nueva popularidad y decidí que no me gustaban.

En mi primer trabajo como profe de canto en una academia de música, se nos pidió a todos los profes que montáramos un medley de los Beatles para el concierto de semestre, porque el tema general del concierto eran los Beatles. Pues entre las canciones del medley y las canciones que cantaron mis alumnos, yo me convertí en una especie de rocola de los Beatles y ahora me sé por lo menos un pedazo de todos sus éxitos, lo que supuso una reconciliación con ellos, sorprendentemente.

Sigo sin ser fan, aunque les gané muchísima simpatía después de este documental. Este documental desintegró la masa «Beatles» para mí y me mostró 4 personas diferentes, con choques, problemas y esfuerzos de condescender desiguales, finalmente con caminos creativos y personales tan distintos, que no podían seguir juntos.

Antes del primer episodio, George Harrison no existía para mí, pero después, me leí su vida entera en la Wikipedia, y escuché una lista de canciones imprescindibles de cuando fue solista. Qué persona tan interesante y con la que me podía identificar tanto: introvertido y de fuertes inquietudes espirituales, de bajo perfil y que le cuesta hacerse notar al lado de los tan llamativos Lennon y McCartney.

Después del segundo episodio ya estaba yo googleando los tipos de personalidad Myers-Briggs de cada uno de ellos, porque los roles eran más o menos claros, pero las dinámicas complejas. Por ejemplo, sentí que Lennon y McCartney se leían la mente, pero mientras Paul daba órdenes y tenía más iniciativa, se hacía lo que John permitiera. Eso sentí… No es que tenga que ser cierto. También quedé asombrada de lo buen cantante que es McCartney, mucho mejor que los demás. Ringo era una persona fácil de tratar que no ponía mucho problema por nada, al contrario, se le veía muy a gusto contemplando lo que pasaba entre los otros.

Al terminar el último episodio tuve que ponerme los audífonos buenos y escuchar el álbum que grabaron en el documental: «Let it be», que está lejísimos de ser el favorito de mi papá, según me ha dicho. Lo entiendo, no todas las canciones son hits, por ahí tres me fascinaron. Sin embargo, la experiencia de escucharlos fue muy distinta esta vez porque distinguí la voz de cada uno, me fijaba en la batería pensando en Ringo, en la guitarra pensando en Harrison, en los teclados pensando en Billy Preston, y así con todos. Yo, que soy un lobo solitario, me sorprendía de que personas tan diferentes pudieran sacar un producto tan genial, pero a la vez entendí porque tenían que separarse…

No sé. Creo que fue el momento perfecto para profundizar en la vida de esta banda, porque pude verlos un poco reflejados en mi vida.