Experiencias alrededor de la docencia

Además de que mi ingreso principal hoy en día viene de mis clases de música e inglés, llevo unas cuantas semanas como estudiante de francés. Y aunque llevo más de 10 años siendo algún tipo de profesor, instructor o coach con algún éxito, he tenido una mala racha este año. Así que, les presento algunas de mis reflexiones al respecto por ser Mayo, el mes del día del profesor gracias a San Juan Bautista de La Salle, bajo cuya orden (los Hermanos de las Escuelas Cristianas) yo me eduqué.

Motivaciones

Empecemos por el principio, ¿por qué la gente querría educarse? Lo planteo porque de aquí se derivan las expectativas que tiene la gente al llegar a clase. En el instituto de idiomas para el que trabajo, y en el que ahora estudio, siempre debemos tener muy en cuenta las motivaciones de los estudiantes. Unos necesitan el segundo idioma para ascender en sus compañías, otros quieren hacer un estudio en ese idioma, otros van a comenzar una nueva vida en otro país. Ya sabiendo, los profesores estamos obligados a dirigir especial atención al vocabulario que el estudiante más necesita y usaría. Sin embargo, para mis clases de música no es tan sencillo. Las motivaciones que he visto han sido:

  • Me encanta la música y quiero aprender.
  • Tengo disposición y es mi sueño.
  • No quiero avergonzarme en el karaoke/parroquia/reuniones.
  • Mi hijo/hija muestra talento y disposición para la música.
  • Quiero que mi hijo/hija aprenda esto.
  • Ya pertenezco a un coro/grupo/montaje y quisiera estar más a la altura.
  • Me estoy preparando para ser profesional.

No sé si algo me quedará faltando, me lo pueden comentar. En el caso de la música, según estas motivaciones ve uno hacia dónde orientar la clase, pero también el nivel de exigencia que se va a manejar. No obstante, con las clases fuera de una institución, es difícil exigir incluso lo mínimo, pero es muy común verse uno como profesor muy exigido de lo que los clientes tienen en mente.

El método

Viendo cómo mi método no es del gusto de muchas personas que quisieran algo más relajado o más orientado hacia ciertos géneros de música, en el caso de las clases de música; y por otro lado viendo cómo aún con un método pre-establecido, las personas se ven inconformes con mi personalidad de «baja energía», en el caso de las clases de inglés; me pongo a recordar cómo era de estudiante.

Y entonces mis recuerdos pueden ser desconcertantes, porque precisamente mis profesores favoritos eran los «ladrilludos» que hablaban por 2 horas seguidas y nos hacían leer y escribir ensayos: los catedrádicos. Cuando era niña no brillé mucho en primaria porque no me ajustaba mucho a las formas de enseñar, empezando porque era malísima para las manualidades y las carteleras… lo que se usaba en aquella época. Fue en la secundaria que me fue muy bien porque me era fácil hacer tareas largas, responder exámenes y comprender y retener la información por el tiempo necesario (pues ya he olvidado gran parte de ese conocimiento).

Digamos que me jugó a favor mi «baja energía»: Perfectamente me podía sentar a escuchar por largo tiempo y sólo escuchar, sin perder la concentración. Pero algo aún más determinante era la «pasión», es decir el gusto y el entusiasmo que sentía por todo. Por lo general, me gustaba mucho saber cosas y resolver problemas, todavía es así. Es por eso que aprecio enormemente a las personas que saben tanto que pueden llenar dos horas sólo con su conocimiento y reflexiones acerca del tema, y me gusta mucho la teoría, el funcionamiento interno de la música, por ejemplo, sus dinámicas y relaciones, sus razones de ser… Y así es como me da más placer enseñarla… Pero esto no es para todo el mundo, no cuadra con muchas de las motivaciones. Las personas suelen inclinarse por lo práctico, y no las culpo porque en la etapa principiante es crucial ver resultados, como me pasa en francés: necesito poder emitir con soltura las frases y los verbos básicos, y poder nombrar los objetos y lugares de la vida cotidiana, antes de ver el idioma en más profundidad. Así que hay que adaptarse. No obstante, mi alma siempre tiene el anhelo de poder investigar y enseñar algo a fondo.

La autoridad

Este es el tema más conflictivo y delicado con el que me he tropezado, porque en principio todo se ve truncado por la naturaleza, mi cuerpo: soy naturalmente soft-spoken, es decir, que hablo con mucha suavidad. Cuando el control de la clase me ha fallado, que gracias a Dios no ha sido tan recurrente, me han aconsejado, e incluso exigido que suba el volumen de mi voz, y lo he hecho, para encontrarme con que no funciona, porque por lo agudo y dulce de mi voz sueno como un niño más. Y no sé si sea completamente por la voz, o también por mi apariencia y personalidad juvenil y femenina, que siento que muchas veces no se me toma en serio, o se me perdona menos.

Tengo tres referentes de profesores con las mismas condiciones físicas que yo: voz aguda y suave, y aspecto suave. Con los tres, que se han configurado con los años como eminencias en su campo, vi el mismo recurso para hacerse tomar en serio sin cambiar sus condiciones físicas: la exigencia. Son «Cuchillas» que se han ganado el respeto (no recibido desde el principio) con tareas difíciles y frecuentes, y exámenes para los cuáles es de verdad necesario estudiar. Pero hay además otra cosa que dos de ellos tienen en común, y es poquísima o nula familiaridad con los estudiantes.

No faltará quien piense que eso último es terrible, que le es imposible aprender si el profesor no le agrada como persona, o no lo conoce, pero yo lo estoy comenzando a entender. Aún soy joven, pero no soy principiante en nada de lo que enseño, y cada vez pienso más que, por justicia, ya no se me debe considerar como tal. Pero hay algo ahí que no será cierto sino para algunos temperamentos y personalidades, y es que tratar con personas es sumamente desgastante, y menos cuando no se establece una distancia desde el principio, para lo cual ayuda un reglamento, una institución. Mis queridos amigos profesores cuchilla se han visto protegidos por las instituciones para las que trabajan, así como me ha pasado a mí en el instituto de idiomas, por lo cual me siento sumamente agradecida. Hay un conjunto de reglas que te apoya, unos jefes y personas de recursos humanos que procuran ser objetivos y justos, unos lineamientos ya establecidos, y personal para tratar distintos tipos de problemas. Y las personas estudian con la institución, no conmigo como persona.

En cambio, cada vez me veo más vulnerable en la clases particulares… Dictarlas ha sido una experiencia excelente, y me han permitido no vararme nunca, pero me han pasado todo tipo de fiascos a lo largo de los años. Tengo incluso un reglamento al que siempre quiero añadirle y añadirle más, de manera que a veces se me antoja que las cosas se hagan por contrato. Finalmente, estoy viendo el fin de mi tendencia natural a agachar la cabeza… Las circunstancias me apremian a exigir más, a poner barreras personales y a no poner más esfuerzo en hacerme amiga de los estudiantes… Al final, lo que necesito es estudiantes, no amigos.

INTERPRETAR la música

Mi canal de YouTube fue la plataforma para publicar mis canciones inicialmente, pero a medida que me he ido sumergiendo más y más en la Música Sacra y el Canto Gregoriano, he empezado a publicar piezas de este tipo de música.

En un principio hice cantos gregorianos a capella y unas cuantas piezas con órgano, apenas apto para liturgias reales, y utilicé esos videos como muestras para promocionarme como cantora litúrgica. Sin embargo, habiendo religiosos, monasterios y conventos, cantantes y productoras que hacen grabaciones de mejor calidad, y viendo que son muy pocas las misas que canto por fuera del coro en el que estoy, he optado más por experimentar.

En algunas piezas experimento con la forma de armonizar, tanto con la voz como con el teclado. Otras veces pruebo y mezclo samples, y un par de veces he hecho arreglos corales sobre cantos gregorianos, estos sí pensados para cantar en la liturgia. Fue hablando de estos arreglos que dos personas en momentos y lugares diferentes me preguntaron:

«¿y hacer eso si es permitido?»



Como si hubiera una especie de reglamento que implicara que las melodías gregorianas solo se pueden hacer como están escritas, a una sola voz.

Puede que haya escuelas musicológicas y corrientes dentro de la Iglesia que no solo defiendan esto, sino que insistan además en un estilo muy específico de interpretación de los neumas, es más, se puede ir tan profundo como se quiera. Pero esto es solo un blog personal, no una tesis de doctorado.

Yo sólo quiero decir que en la práctica, la música, TODA la música se toma y se transforma.

En la música no académica esto es clarísimo: Desde los standads de jazz, cuyas partituras sugieren una melodía y unos acordes, y el resto ya depende del intérprete, hasta la canción que suena en la radio y alguna adolescente prodigio se saca con ukulele. La música se transforma según el que la interprete, aún cuando se pretenda copiarla a la perfección, porque si es cantada, es imposible que la voz sea idéntica, a menos que hablemos de una proeza digna del circo.

Pero en la música clásica y académica también es así. El pianista puede sacar a la perfección la partitura: las notas están todas, también las dinámicas, el ritmo se acerca con mucha precisión al sugerido… Y al final, le va a sonar diferente a otro pianista que hace exactamente lo mismo. Yo no sé cuál sea la opinión general, pero a mí un instrumentista me gusta cuando su forma de interpretar la música conmueve, transmite algo muy específico.

Más aún, hoy en día se añade una cosa, y es que antaño la música perduraba si quedaba por escrito, y entre más detallada era la transcripción, más fácil era acercarse al mensaje exacto que el compositor quería comunicar, sin embargo, hoy tenemos LA GRABACIÓN. La grabación implica que existe la música como idea en el papel, una interpretación original a la cuál nos podemos remitir, y adicionalmente otras grabaciones de la misma idea pero con un resultado diferente por el simple hecho de tratarse de otros seres humanos.

Como quien dice: Si todas esas versiones son objetivamente agradables, ninguna tendría que ser la mejor de todas o la ideal. Mucha gente preferirá la canción original, pero otros preferiremos el cover hecho 20 años después (así me ha pasado). Es como ver el mismo objeto desde ángulos diferentes, cada músico saca a la luz una cualidad distinta de la pieza.

Ahora, las interpretaciones deben ser hechas con amor y cuidado. La música se debe estudiar y conocer bien, y uno la ama primero antes de interpretarla porque la ha comprendido. No se trata de volver profano algo sacro, o de buscar desafiar y romper estándares. Si hablo de mis interpretaciones, estoy segura de que Dios las pone en mi corazón, y en cierto modo, escucharlas es entrar en mi corazón.

Es por eso que EN LA PRÁCTICA, si con respeto, amor a lo sacro, a la Liturgia y a Dios, quiero encontrar mi forma de interpretar la música sacra y el canto gregoriano, no creo que haya ningún problema en seguir experimentando.

Sobre metas y sueños

Mucha gente está contenta, así como mucha gente augura y espera lo peor para este año. Qué puedo decir… Cualquier cosa es posible en lo que no controlamos. ¿Pero en lo que está bajo nuestro control? ¿Nuestro día a día? ¿No sería importante orientarlo hacia algún lado?

Mi 2023 pinta muy bien porque mi 2022 fue muy bueno: La etapa de mi vida de incertidumbre y zozobra, es decir, de mera supervivencia terminó en cuanto encontré un trabajo estable, y por fin pudimos invertir tiempo y dinero en nuestro sueño inminente: tener hijos. El año pasado pudimos comenzar el proceso de encontrar y solucionar el obstáculo que nos ha impedido ser padres estos casi 5 años de matrimonio que llevamos. Pero el proceso nos ha enfrentado como nunca a la posibilidad de que los hijos no lleguen pronto, o no lleguen nunca.

Pasé estos últimos meses pensando en eso… Y sobretodo preguntándome qué podría seguir entonces. Desde que me senté a elegir maestría hace 8 años, no pienso en cuáles son mis metas, mis sueños… Volví de hacer la maestría y en breve comprendí que encontrar empleo no sería fácil, y que lo principal era casarnos, y luego, empezar a pagar mi préstamo estudiantil. Esas metas han sido logradas y se pueden chulear. Luego seguían los hijos… Pero los hijos no llegan… ¿Qué sigue entonces?

Pues nada… Aprovechemos la coyuntura que es siempre el 31 de Diciembre y el 1 de Enero y revisemos todo: Hay varios proyectos profesionales que tengo el tiempo de desarrollar, y hay mucho que quiero escribir. Estamos jovenes aún, y estamos juntos por fin. ¿Por qué no soñar con viajar otra vez? ¿Por qué no comprar carro y tener más independencia? Es el momento de plantearlo y ahorrar.

Tuvimos la oportunidad de sentarnos y hablar con mi bello esposo, y con una motivaci´ón que antes no habíamos encontrado, empezamos a hacer averiguaciones y a ver los pasos concretos. Y al día siguiente empezamos con el paso 1. Es como si la tormenta se hubiese calmado y pudiéramos ver el sol de nuevo. Es como que ahora tengo unas ganas enormes de ser yo, de estar casada, de trabajar y de sacar un montón de cosas que tengo dentro.

Músico que practica, mejora.

Así de simple… ¿Alguien tiene alguna forma más ingeniosa de decirlo? Por favor, compártala.

Llevo ya un par de años sufriendo de unos nervios paralizantes terribles de los que no sufría antes… Es más, siempre he sido muy tímida para todo menos para la música, pero ahora no soy tímida en general y sí cuando tengo que cantar sola, o PEOR, tocar teclado. La mente se me nubla, las manos me tiemblan y me pregunto qué hago ahí en primer lugar.

Hay lugares en los que he logrado sobreponerme, como la Capilla en la que estoy cantando cada Domingo. A veces me toca hacer una voz a mi sola, y aunque al principio me ponía muy nerviosa, ya me he acostumbrado al lugar y a las personas, he tomado confianza, me he relajado, y he ofrecido mi canto cada vez con una pequeña oración en la que recuerdo que entrego mi interpretación con sencillez, no con grandes pretensiones. Porque ahí están las dos claves de mis nervios:

  1. Que quiero hacer las cosas muy bien, si es posible perfectamente, pero a la vez no creo que pueda hacerlo.
  2. Que como con todo en la vida, necesito acostumbrarme. Yo domino las situaciones, los conocimientos, las técnicas, mis propias emociones y respuestas con HÁBITO, haciéndolo una y otra vez.

El primer punto se soluciona con el pequeño ejercicio de humildad que comenté, y con un consistente trabajo interno de entender que no lo puedo controlar todo y que la perfección no debe ser mi objetivo, sino la transmisión exitosa de lo que la música deba comunicar. Sobretodo que esto no lo hago por mí, para sentirme la mejor… Eso sería soberbia.

Pero en el segundo punto entra el tema de la práctica, es decir repetir y repetir corrigiendo errores, con conciencia de cómo hacerlo mejor cada vez, permitiéndole a la mente comprender y al cuerpo interiorizar la técnica. En ocasiones también se debe practicar en el lugar para entender el espacio, la acústica y las dinámicas (la comunicación con el Altar, si es en una iglesia; el ir y venir de personas si es un bar o restaurante).

Tengo una estudiante con mucho talento natural a la que le costaba una sola cosa: la afinación. Esa debilidad le había quitado la confianza como cantante, y sentía yo que sacaba una canción tras otra por el deber de perseverar. Pero hace un par de semanas, algo hizo «click» en su cerebro, y de repente cantar afinado y con voz grande le está fluyendo con facilidad. Mi explicación es que la práctica, la repetición consistente de las canciones y los ejercicios conmigo y por su lado, hizo que su cuerpo los interiorizara de forma que ya le sale sin pensarlo, pues antes tenía que pensarlo mucho. Ver estos avances es bellísimo y muy emocionante.

Entonces animo a los músicos aficionados y profesionales a que no se rindan si no les está fluyendo… Más bien hagan la práctica más conciente y tengánse cariño y mucha paciencia.

Pero… También me quiero dirigir al público.

Tristemente he escuchado a personas que no quieren ir a un concierto de alguno de los grupos en los que estoy porque nos escucharon cuando estábamos empezando o en un mal día y no nos quieren dar una segunda oportunidad. También escuché alguna vez que esta persona desconfiaba de mis habilidades en el teclado porque no me gradué de pianista. Aún llevando muchos años practicando para poderme acompañar, no me dio la oportunidad.

Este último comentario me hirió en el alma cuando lo recibí, y por mucho tiempo dudé en extremo de mis habilidades, tanto que pienso que esa es la razón de mis nervios. Sin embargo, un buen día me dí cuenta de que mi cerebro también había hecho «click» con el teclado, y me podía expresar muy bien a través de él, no al nivel de tocar Chopin, pero sí para satisfacer las necesidades de mi oficio.

Por favor, público, dénnos la oportunidad. La música en vivo es difícil, malagradecida. Es como entrenar a un gato, a veces quiere obedecer y a veces no. Habrá personas con un dominio admirable del escenario y el tiempo real, y a eso aspiramos todos, pero estoy segura de que hasta ellas tienen sus malos días. Si este concierto no fue tan bueno, pero el músico es honesto en su búsqueda estética y en su afán de comunicar, seguro que la próxima va a ser mejor.

De vuelta a Silvio

Este último mes he tenido la oportunidad de enseñar Español como segunda lengua, y ha sido una experiencia interesante de mucha paciencia, pero también de enamorarme de mi querida lengua materna, y de regresar a mis años de la adolescencia debido a los temas del contenido. 

Yo siempre he amado y defendido la literatura hispánica, sobretodo la de Colombia mi país, y no dudé en empacarme un tomo de Rimas y verdades de Rafael Pombo para mostrar con orgullo lo exquisita, ingeniosa y profunda que puede llegar a ser nuestra lengua. Pero sí tuve problemas buscando música en español, porque no conozco mucho y lo que conozco no me gusta, o lo tengo enterrado en mi memoria y no en la superficie. En la superficie flota una espesa capa de música en inglés, con algunos cúmulos de música en latín. 

Paralelamente, hemos hablado mucho del futuro: ¿Qué planes tienes? ¿Cómo vas a alcanzar tus metas? ¿Dónde te ves en 20 años? Temas muy razonables para muchachos que están en los últimos años de colegio, como mi estudiante. Entonces he revisitado mis sueños e ilusiones de esa edad… Y sorprendentemente no me he deprimido, sino que me he consolado pensando que sigo siendo joven para mis sueños más sustanciosos. 

La música en español y mis sueños de adolescencia convergen en Silvio Rodríguez. Silvio canta en español (evidentemente), y junto con Paul Simon es la razón por la que yo quería ser Cantautora. Así es, si es que he olvidado mencionarlo hasta ahora, la razón por la que decidí estudiar música era para ser trovadora como Silvio. 

Y por si alguien se lo está preguntando, si me llamaba la atención la izquierda cuando era muy joven, pero no quería ser trovadora por una razón política, me llamaba la atención la figura del trovador medieval, muy parecido a Silvio, que solo tiene su voz y su laúd (o guitarra) y canta acerca de lo que se le ocurra como para sí mismo… Así quería andar yo por el mundo y la vida, cantando acerca de cosas que pasan, sentimientos, personas y cosas etéreas como en esta canción de Caballo Místico. 

En fin, dejé de escuchar a Silvio por unos años porque políticamente no era muy afin conmigo, pero quise hacer ese detalle a un lado durante este mes, y me dediqué por varios días a escuchar una y otra vez la lista de Imprescindibles de Silvio Rodríguez en Apple Music. Había canciones preciosas, otras no mucho, pero nada como lo que yo escuchaba en mi casa en aquella época. Lo que escuchaba era el álbum llamado «Domínguez».

Claro, cambié la lista por este álbum, y volví a mis sueños de la adolescencia. Ese es mi álbum… Porque desde mi blog de Impresiones he establecido que no soy una persona de artistas, soy una persona de álbumes. Rara vez me gusta más de un álbum de un artista, y por eso no soy fan de nadie… Es más probable que me guste un conjunto de artista, productor, circunstancias, tema e inspiración llamado ÁLBUM. Y Domínguez es ac´ustico, místico y etéreo, como los temas sobre los que me encanta la m´úsica. 

Ya he ido recordando y recopilando música en español que me ha cautivado a lo largo de mi vida, y quien sabe, a lo mejor esas letras y rimas me inspiren para componer más canciones. 

Serenamente- Canción original

Cada vez encuentro menos el tiempo y la inspiración para escribir canciones, y esta, «Serenamente», es la última en la que el texto es mío. Recientemente me he aficionado a musicalizar textos de otros. Y es que esta letra fue escrita a pedazos, y luego unida bajo este motivo de piano, que quería que sonara clásico y simple, pero melancólico.

Tanto el texto como el motivo surgieron de un momento oscuro, cuando me agobiaba la tristeza y sentía que no podía más con la presión. Es interesante volver a ese periodo de mi vida, hace unos cuatro o cinco años, justo antes de casarme, en el que las dificultades de la vida no hubieran sido tan abrumadoras, si no tuviera yo personalidad de buena estudiante, que siempre quiere que todo le salga bien. Estaba muy sensible, todo me afectaba profundamente, y yo misma me fui aislando y alejando cada vez más de mi familia y amigos.

Aquí estoy, soy yo. Un pensamiento, una emoción.

Hago un recuento, siento en mis dedos un cosquilleo.

La compañía de personas que no fueran mi actual esposo se me hacía insoportable, en todo lo que decían encontraba algo que no me gustaba, o que me dolía, y solo encontraba paz en la soledad. Y esa soledad era tremendamente consoladora, así que me aferré a ella.

Pero luego fui sanando con ayuda de la oración y las cosas fue mejorando, aunque no como me hubiese imaginado, y comencé a ser muy feliz. Era felicidad con mucho más poco de lo que pensé que necesitaría. Así que volví a querer compartir con personas, pero cuando regresé me dio la impresión de que ya había perdido mi lugar. Incluso mis alegrías parecían no ser compartidas sino por muy pocas personas, y sentí de nuevo que no era suficiente.

Nada de lo buena que soy ha sido mío nunca,

es por eso que estoy serenamente resignada.

La vida ha seguido, y he tenido la oportunidad de mejorar mucho con lecturas, terapia, y experiencias… Y un buen día comprendí dos cosas que me liberaron muchísimo:

  1. Que no tengo porqué llenar las expectativas de nadie en este mundo. La vida es muy satisfactoria solucionando uno por uno los problemas que se presentan, creciendo como persona con ayuda de Dios para en últimas ir a verlo a Él, y embelleciendo como puedo lo que me rodea; porque si alguna vez di señal de que sería exitosa, carismática, interesante, es porque Dios me dio esos dones, y luego, quiso tal vez esconderlos o herirlos de muerte, por mi bien, para tenerme para Sí. Si mi conciencia está limpia, ¿por qué voy a dejar que me afecte lo que se habla de lo que fui o no fui, hice o no hice?

2. No hay nadie en este mundo que no tenga miserias. No me cabe duda de que mi familia y amigos tienen sus propias miserias, todos luchamos con algo, se note o no, y todos de vez en cuando sabemos herir, con o sin intención. Entendí que si pretendo complacer a todo el mundo haciendo a un lado mis convicciones, puede que esté cediendo a la miseria de alguien, en detrimento de mí misma.

Es por eso que estoy finalmente, Serenamente resignada.

5 años, 3 miradas, en retrospectiva

Una reflexión que hice en el 2019.

Hace 5 años casi exactos recibí mi diploma de Músico. Lo recibí agotada físicamente, y con la sensación de que había tomado la decisión equivocada al elegir los énfasis que elegí: canto y composición. 


El último año de carrera mi desempeño no había sido muy bueno, y pensé que no sabía componer, y recién me gradué me di cuenta de que mi técnica vocal no era perfecta. A pesar de estar conflictuada e insegura de mis habilidades, me vi obligada a lanzarme a la vida profesional. 


Comencé dando clases particulares, también en una Escuela de Artes y cantando en un coro de música sacra de aficionados. Yo me veía a mí misma con desconfianza, y sólo deseaba solucionar mi vida personal, profundizar en mi espiritualidad, aliviar mi salud. Era un tiempo de transición en varios sentidos, y no se me había ocurrido retomar mis sueños, pensar a dónde quería llegar con mi profesión. 


Una segunda mirada se adicionaba a mi propia mirada introspectiva. Se trataba de algo que crecía como una sombra abrumadora que entorpecía mi visión: los inclementes juicios de mis familiares. Y no digo que esté mal preocuparse por las generaciones más jóvenes de la familia, y tampoco le veo nada de malo a la forma en que mis padres, tíos, abuelos y primos llevan sus propias vidas; sólo sé que ha sido muy duro cargar con la pretensión de que un oficio no ordinario funcione dentro de los parámetros de las profesiones más ordinarias. 


Sentía mucha presión, debía conseguir algo «estable», es decir: Un empleo de tiempo completo, bien pago y con prestaciones de ley. 
Pero a la vez no tenía idea de dónde buscarlo, porque no tenía claridad de qué quería hacer, o simplemente de qué se podía hacer. Pensé que el campo desde el que podría encontrar un trabajo así con más facilidad era el de la Musicología, y por eso me fui a hacer la maestría en Musicología en el exterior. 


Unas vez lejos de mi tierra y mi gente, vi clarísimo de nuevo que lo que me realizaba, lo que me permitía ser yo misma plenamente era cantar y componer. No había cometido ningún error en mi elección, solamente era joven… ¡¡Cuánta mentira hay en pensar que de las Universidades salen profesionales hechos, terminados a cabalidad!! Si aún queda el resto de la vida para que uno vaya dominando su oficio…


Una vez de vuelta me dediqué a estudiar por mi cuenta, a poner en práctica lo que sólo conocía en teoría, a cantar y a tocar. La música se debe interpretar mucho para que uno pueda comprenderla. Muchas horas dediqué a mejorar mis habilidades en el teclado, en el canto, en la armonización, en mi escucha. Y también pude compartir un poco más de mi proceso y mis habilidades, porque una tercera mirada apareció: la mirada expectante de los extraños del internet. Ellos no me ven como me veo yo, ni como me ve mi familia, no hay nada más refrescante. 


Esta semana en ensayo de coro, me di cuenta de cuánto he crecido como cantante. Acompañando a un estudiante de canto, vi cuánto he avanzado como pianista; y al escuchar una pieza me di cuenta de que sé cómo componer algo así. ¡¡Y sólo han pasado 5 años, que en toda una vida son muy poco, casi nada!! Me gradué en mis 20s, y todavía estoy en mis 20s. 


Después de 5 años, sigo dando clases particulares y en una Escuela de Artes, y canto en un coro de música sacra. Los de la segunda mirada pueden creer que estoy estancada, pero yo no lo veo así, y me siento satisfecha. Ahora doy clases no sólo de canto, sino también de piano, teoría, y dirijo un pequeño coro; y el coro en el que canto ya no es de aficionados, es de profesionales. No cambiaría absolutamente nada de lo que ha pasado estos 5 años, así me implicara una deuda de préstamo estudiantil abrumadora, desacuerdos y lágrimas en abundancia. 


Sigo buscando un ingreso estable para poder pagar mi deuda, pero con toda la certeza de que soy Cantante y Compositora. No abandono la idea de un «empleo estable», pero sé que puede no ser mi única opción. La forma de ganarme la vida que la Providencia disponga es un misterio, sólo sé que aunque paguen o no paguen, yo seguiré cantando y componiendo.