La Pascua y el modo mixolidio en mi oído.

Cuando Alan Menken compuso la banda sonora de «El jorobado de Notre Dame» (1996), acertó al irse tras el estereotipo del modo Dórico para dar la sensación de Canto Gregoriano, de Iglesia medieval. Si no tuviera yo esta banda sonora en mi oído porque me encanta, no me habría sido tan fácil en un principio solfear el gregoriano. También me ayudaron los ejercicios de scat para jazz modal, que me imprimieron especialmente el modo Dórico en el oído.

Es que dentro de los modos gregorianos, el primero y el segundo se parecen al modo Dórico. Cuando solfeo los otros modos lo que hace mi cerebro es buscar un centro gravitacional, una tónica, y literalmente orbitar «tonalmente» hacia ella, así no sea la Finalis del modo (es decir la nota de la que parte). Siendo así, el modo III, que parte de Mi, lo leo como si fuera Fa mayor, y busco Mi como la sensible, el séptimo grado. Incluso el acompañamiento que se estila en la Capilla en la que canto, armonizaría estos Mi del tercer modo con el acorde de Do Mayor, erradicando cualquier sensación frigia que uno pudiera tener.

Sin embargo, no es tan así para los modos con énfasis en Sol, que son por excelencia los modos VII y VIII, y para el IV, que se sirve mucho de Sol en ocasiones. Estos tres modos han sido hasta ahora los modos de la Pascua. Usualmente en estos modos se hace mucho énfasis en el arpegio de Sol mayor (sol-si-re), sin resolver a Do, y alternan muchas veces también con el arpegio de Fa mayor (fa-la-do), por lo cuál es imposible no sentir el modo mixolidio. En el caso del modo IV hay un énfasis en Do en ocasiones, pero el mismo juego melódico que describí para los otros modos está también presente.

Pero es que además el modo Mixolidio es otro estereotipo gregoriano pero diferente al Dórico.

Mientras el modo Dórico nos lleva al misterio, tal vez por el Dies Irae… La realidad de la muerte, la oscuridad de las viejas catedrales, la gravedad de los obispos y sacerdotes de antaño, la sangre de los mártires… El modo mixolidio es en general alegre. Según la teoría de los afectos en el canto gregoriano que me han enseñado en la Schola en la que estoy, el modo VIII sería solemne; pero según otra lectura de los modos, simboliza el día después de séptimo, es decir, el tiempo que sucede al fin de los tiempos, la otra vida. Qué me evoca a mí… Seguro es sesgo de cinéfila, tal vez lo asocio con una película antigua, pero me hace pensar por un lado en los primeros cristianos. Después de todo, el Mixolidio es Mayor pero sin tónica, es armonioso pero con un toque bárbaro. Y muy contradictoriamente, me suena también angélico, de otro mundo, y puede ser por lo mismo, por la falta de lógica tonal, pero también creo que es porque ese Sol mayor fuerte se ve respaldado por un Fa Mayor fuerte que de alguna forma no le quita protagonismo, aún teniendo el mismo peso armónico. Es como «El Señor está con nosotros», y eso no es decir cualquier cosa. Y si ese Fa lo armonizamos con Re menor, ahí está el sabor grave de la Iglesia grandiosa sobre la cual no prevalecerán las puertas del infierno.

He grabado el Kyrie y el Sanctus de la Misa I, el ordinario que se canta en la Pascua. El Kyrie está en un modo VIII que comienza atrayéndonos a Do, aterrizado, que tiene lugar en la vida cotidiana, pero luego se va abriendo a la maravilla cuando hace la transición a Sol mixolidio. El Sanctus está en modo IV, pero continua esta idea mixolidia, alternándola con el cambio de centro gravitacional a Do, que yo armonicé con La menor.

En conclusión: Los modos griegos que se suelen estudiar en la Academia no cuadran exactamente con los modos gregorianos, pero si podemos distinguir los colores y matices que dan, y servirnos de encontrarlos para solfear y armonizar mejor las piezas gregorianas; pero en últimas para interpretarlo más acorde al afecto que quiere transmitir.

Reflexiones a una década de haber conocido a mi esposo.

Sigamos celebrando los décimos aniversarios, porque el 2014 fue un año decisivo para mí. La foto somos nosotros hace 10 años.

Les contaba en la entrada pasada que ese año me gradué de la universidad. A pesar de que siempre fui buena estudiante, y de que ahora puedo confirmar que estuvo bien haber estudiado canto y composición, esa no era la percepción que tenía al final de mi carrera. Me gradué muy enferma, por el esfuerzo tan tremendo que fue para mí la tesis, y en cierto modo enojada con mi carrera. Los detalles los explico mejor en este video que grabé hace 6 años:

En fin… En esa actitud de tedio y mala salud, decidí inscribirme en los Talleres de Oración y Vida de mi parroquia, porque siempre he amado mi religión Católica, a pesar de que durante mis años universitarios la practiqué muy pobremente, y fui en contra de sus principios. Los talleres renovaron mi vida de oración y encendieron en mi el don de la Piedad de nuevo; y al mes de haber empezado los talleres me invitaron al grupo juvenil de la parroquia. Las primeras veces que fui me enteré de la existencia de Arturo porque me dijeron que él era «prácticamente un padre», un sacerdote, pero me lo dijeron para darme a entender que molestaba mucho con la exactitud de las cosas, y esas veces él no asisitió. Sin embargo, por su descripción física sabía de quién se podría tratar, de un muchacho que yo tenía visto porque era muy alto y le colaboraba mucho al párroco.

Pero adelantemos un poco la película. Nos conocimos en Marzo de 2014, y yo desde el principio quedé fascinada por su apariencia, inteligencia y sentido del humor, y como íbamos juntos a cantar al coro (al que él me había invitado) dos veces por semana, pudimos conversar mucho y conocernos bien, hasta que, dos meses después de conocernos, nos hicimos novios.

Viéndolo con 10 años de distancia, puedo ver que la ruptura con mi anterior mundo fue clarísima: Ahora pasaba casi todo mi tiempo con Arturo, en la parroquia o en la Catedral, y poco a poco fui dejando a un lado mis ambientes de la universidad. Sin embargo, he reflexionado bastante acerca de lo mucho que me aislé de esos ambientes y amigos, sin terminar de concluir si fue un error o no, porque ahora no tengo mucho contactos en mi campo… No obstante, estar con Arturo NO era simplemente hablar casualmente de nosotros, y nuestra relación NO implicaba tener citas románticas y hablar de nuestro día y de cuánto nos queríamos.

Si el Taller me había infundido el don de Piedad, lo primero que me golpeó como un vendaval que arrastra fue lo fuertes que son el don de Sabiduría y Entendimiento en Arturo. Era impresionante como comprendía la doctrina de la Iglesia, los pasajes de la Biblia, pero sobretodo, cómo leía y me explicaba esta época que estamos viviendo a la luz de la fe. Sin meterme en teorías conspiranoicas me iba contando cómo funcionaban las revoluciones, cómo al que busca el bien siempre se le persigue y cómo esa es la dinámica del mundo, cómo seguir a Cristo nos libera, pero no hace desterrados… Y yo fui entendiendo porqué ser tibia me hacía tanto mal, y también entendí que si quería ir tras la santidad, siempre iba a chocar con mi carne y con el mundo, pero que eso era lo más normal, pues este no es el Cielo.

Es decir, estábamos juntos, pero estar juntos significaba practicar de verdad nuestra fe. Y a mí, que soy tan sensible, me afectó mucho saber lo mal que estaba yo, y lo mal que estaba todo. Por un lado sentí un alivio tremendo, pero por el otro no quería saber nada que no fuera de la fe. Esa fue la razón de irme alejando de todo lo que no tuviera que ver, es decir, mi vida anterior.

Desde entonces, dirán algunos que soy otra persona, pero yo les respondería que ahora sí soy yo misma. Cuando recuerdo mis tiempos de la universidad, los tiempos pre-Arturo, todo me parece incierto, quería encajar, pero nunca lo hacía por completo… Tenía la responsabilidad de justificar todo lo que hacía, de yo misma darle sentido, pero la mayoría del tiempo nada tenía un sentido de suficiente peso. Tal vez es una tentación el pensar que perdí oportunidades por alejarme así del gremio de los músicos, porque tengo plena confianza es que Nuestro Señor me tiene exactamente donde me quiere.

Y bueno, después de pasar situaciones difíciles, como el desempleo y problemas con nuestras familias, y más recientemente la imposibilidad de tener hijos; puedo decirles desde el corazón que Arturo y yo somos felices porque nunca hemos sido los dos solos, somos los dos juntos para Dios, y de paso Él nos mima y alienta, al ser mi esposo el mejor amigo que podríamos haber deseado, y una persona a la cuál admirar.

Reflexiones a una década de haberme graduado.

Hace 5 años me senté a reflexionar sobre este mismo tema. Dejo aquí el link por si lo quieren leer primero: https://gregorianoconsinte.wordpress.com/2022/01/13/5-anos-3-miradas-en-retrospectiva/

Han pasado ya otros 5 años entonces, 10 años de haber recibido mi diploma de Maestra en música (así se llama el título, aunque no es una maestría) con énfasis en canto y en composición. Así que, por dónde empezar… Pensemos en cómo estoy en este instante en mi vida musical: Canto una música que no me habría imaginado en el momento en que recibí el diploma que iba a ser a la que me iba a dedicar: el excelso Canto Gregoriano; pero además, debo decir que ya no estoy en el terreno de principiante en este campo, ya reúno casi 10 años desde mi primera experiencia interpretándolo, y 5 de cantarlo semanalmente. También sigo dictando clases particulares de música, pero cada vez con más bagaje, conocimento, experiencia, y por lo tanto, confianza.

Por otro lado, un proyecto en el que cantaba terminó hace poco por diferencias personales, algo que ya en estos 10 años ha pasado más de una vez, y lo cuál es lo más normal del mundo. Sin embargo, la última discusión que trajo todo ese conflicto me dejó pensando en algo que me gustaría revisar aquí hoy. Básicamente se trata de dos puntos:

1. ¿Qué es lo que quiero?

Un proyecto más terminó de una música que canté con gran esfuerzo y pasión, que me encantaba cantar, y aún así, sin querer fui tan honesta de afirmar en voz alta frente a mis compañeros, que no era mi música favorita. Y es verdad, no lo era, y aunque lo amo con todo mi corazón, el Canto Gregoriano tampoco es mi favorito de escuchar, aunque estoy muy conforme y agradecida de cantarlo.

Pasé todo el mes de Enero meditando esto… Sé muy bien lo que quería cuando entré a estudiar música, un sueño que se volvió cada vez más difuso a medida que pasaban los años de estudio, hasta que, cuando me gradué, tenía ya la mentalidad de hacer lo que me saliera… Y lo que me salió fue hacer música sacra. Desde entonces he dicho que sí a lo que me han propuesto, aunque tengo mis límites estilísticos. No obstante, ¿qué haría si alguien me dijera que quiere ayudarme a hacer la música que siempre he querido hacer? Me planteé esa pregunta. Paseé por muchos géneros, mis grupos y cantantes favoritos, mis compositores favoritos, y escuché mi música favorita como no lo había hecho en mucho tiempo. Hasta comencé a escuchar un podcast sobre música Pop a lo largo del siglo XX y XXI que me tuvo realmente emocionada, porque en general a mí me gusta mucho saber sobre los procesos creativos de la gente.

Mi conclusión es que si pudiera, si tuviera apoyo y más herramientas, me dedicaría a hacer mi propia música. Al fin y al cabo soy también compositora. Y sí la he estado publicando según los medios que tengo, que es una capacidad de producción musical muy limitada. Aquí les dejo la playlist de mi música original.

Si yo hubiera querido hacerme famosa con mis canciones habría hecho lo que está de moda, o tal vez me preocuparía por estar en el medio correcto para hacer contactos y buscar quien me promueva. Pero la verdad es que difícilmente logro lidiar con los buenos comentarios que me dejan de vez en cuando en YouTube… Soy muy introvertida. Sin embargo cuando compongo y grabo es porque algo en mi interior me obliga, como si fuera un acto natural para mi persona que si lo retengo no lo soporto. Así que supongo que seguiré subiendo mis canciones en la medida en que pueda y me salgan, y espero de todo corazón que sirvan a Dios y a alguna alma.

2. Mi título no es lo único que soy.

Es interesante porque por mucho tiempo persistí y defendí el trabajar en mi profesión, es decir, músico. Incluso hice la maestría para poder mejorar esas probabilidades. Pero cuando se llegó la pandemia y perdí el trabajo más prometedor que había tenido hasta el momento, y cuando las deudas se hacían inmanejables, y no había perspectiva de nada más, decidí tomar un trabajo en otra cosa.

Llevo ya más de 2 años como profesora de inglés, lo cual es mi principal ingreso. No es en lo que empleo la mayor parte de mi tiempo, pero las otras cosas que hago, incluída la música, no me dan mucha remuneración. Sin embargo, dar clases de inglés también me realiza porque a mí siempre me gustaron mucho los idiomas, sobretodo el inglés. Me agrada aprender de nuevos temas enseñando, y me agrada guiar a las personas en su aprendizaje. Es decir que esto que hago ahora estaba en mí, es otra parte de lo que soy.

Y otra parte importante de lo que soy son las manualidades, y escribir, y no todo tiene que ser sobre música todo el tiempo (hablo en cuestión de oficios, porque la parte más importante de mí es mi fe).

A una década de haberme graduado me he convencido de que el título universitario es solo una parte de lo que uno es. Concuerdo conmigo misma de hace 5 años, en esos años de formación se adquiere un conocimiento intensivamente, pero que va a afianzarse y a dar fruto con la experiencia.

Yo sólo espero que Dios me conceda más años para servirle con mi voz y como Él más quiera. Y espero también algún día verme librada de deudas por completo para dedicarme sin preocupaciones al estudio del Canto Gregoriano y a la música que el mismo Padre me inspira.


Curso Elemental de Canto Gregoriano de Morelia (1943) – Primera Parte: El tiempo primo y el ictus

He decidido abordar unos cuantos métodos de Canto Greogoriano que tengo, y compartir el proceso para enriquecer el panorama de los que amamos este Canto y nos interesa profundizar.

En este caso, comenzamos con el libro citado en el título de esta entrada, que está pensado para la enseñanza infantil. En el video explico dos de los aspectos que más me han llamado la atención hasta ahora.

Por favor tener en cuenta que con este video no estoy intentando imponer esta forma de interpretar el Gregoriano, es un trabajo meramente académico, como de revisión de la literatura que hay. Todo dirigido a comprender cómo ha sido el panorama de la enseñanza y transmisión de este canto.

Patrones dentro y fuera de la música.

El otro día estaba practicando en el piano, y mi repertorio de piano solo consiste en piezas que me he aprendido a lo largo de mi formación, desde el colegio a la universidad, en materias como Piano complementario. Estaba tocando una de esas piezas, que realmente son sencillas y muy especiales, cuando se me ocurrió que podría enseñársela a unos estudiantes que son hermanitos y que rondan los 7 y 9 años. Comencé a fantasear con mucho entusiasmo, pero al rato ya estaba aterrizando a la realidad: No están listos para una pieza así, y no por falta de habilidad o talento, sino por cuestiones de falta de lectura.

Como cada estudiante, que tiene sus peculiaridades, a este par de niños les ha costado muy específicamente la lectura de las partituras, y no quisiera ponerme a explicar porqué creo que es así… El punto es que, tratando de optimizar y sacar más resultados, he optado por ponerles canciones y piezas que tienen motivos que se repiten mucho: de aquí el título de esta entrada. Les he puesto piezas de melodía y acompañamiento, y ellos fácilmente se aprender el arpegio o ritmo monótono del acompañamiento, y a la memoria queda la responsabilidad de aprenderse el sonsonete de la melodía, que les queda fácil porque tienen buena disposición para la música. En cambio, la pieza que quería ponerles tiene distintas secciones con diferentes centros tonales, estilos de acompañamiento, y los motivos se repiten pero después de tramos más largos de música.

Por otro lado, le estaba aconsejando a una amiga el otro día que estudiara más las escalas para que algunos pasajes de la música que estamos cantando no le costaran tanto, una convicción de la que hablo en esta otra entrada:

Le explicaba a ella que es más fácil solfear cuando uno lee estructuras en vez de mirar nota por nota, de nuevo identificando PATRONES. Mi esposo estaba presente y nos hizo caer en cuenta que para el canto gregoriano debe aplicarse el mismo principio, uno debe identificar los motivos que aparecen una y otra vez.

Es interesante porque la música siempre va a tener motivos y patrones (por lo menos toda la música que yo escucho e interpreto), pero no siempre al mismo nivel de complejidad, ni de una forma tan llana y evidente. Entonces me puse a pensar con qué imagen podría explicar estos niveles a mis estudiantes, y se me vino a la mente el crochet, mi bienamado hobby, y utilizaré fotos de cosas que he tejido. Tengan en cuenta los lectores que esta analogía no es perfecta ni mucho menos.

Uno puede tener un esquema limpio y evidente como rayas, zigzag, y esquemas de colores contrastantes, y para tejer estos esquemas, solo hay que estar atentos al principio y al final, porque es tejer de corrido cada línea. Este estilo sería el equivalente al acorde con la melodía: la melodía está clarísima, y la armonía la dan unos bloques en movimientos exactos y repetitivos, como en un vals o como un cantante rasgando una guitarra.

Luego tenemos los esquemas que se van construyendo de a poquitos, en los que hay que avanzar siguiendo instrucciones distintas para cada línea, en grupos de 4, 6 u 8 líneas. Solo hasta que uno ha terminado esas líneas, ve el motivo final, como en los cuadrados en crochet, los motivos tipo encaje, y otros que dan texturas interesantes. Esto equivaldría para mí a invenciones, fugas, piezas del Barroco, y piezas del Clasicismo.

Por ejemplo, el coro al que pertenezco es de canto gregoriano y música del Renacimiento, pero se nos pidió que montáramos una pieza de Haendel, el «Alleluia, Amen». De primerazo nos costó sacar las dos primeras páginas, no obstante, al pasarle una dos o tres lecturas a la pieza completa, entendimos cómo funcionaban los temas rítmicos que se repetían una y otra vez, y nos la aprendimos de memoria con relativa facilidad.

Por último, tenemos patrones más complejos como los de la técnica de mosaico, en los que para cada línea se sigue una cuadrícula minuciosamente, y el patrón toma forma lentamente… Digamos que no hablo tanto del resultado visual, como del proceso de construirlo: obligatoriamente toca LEER la guía, porque es imposible tejer intuitivamente cuando se está formando el primer motivo. La seguna repetición del motivo ya es mucho más fácil. En esta categoría entrarían el canto gregoriano y la polifonía del Renacimiento, por ejemplo, música para la cual hay que mantener los ojos en la partitura debido a que, aunque existe motivos, no es predecible siempre cuál va a venir.

Para mis estudiantes quisiera que empezaran a entrar en la segunda categoría… Pero es por eso que la lectura de la música es clave. Cuando la música es evidente y repetitiva, no hay nada que leer, pero tampoco mucho que entender, emociones profundas que comunicar, o habilidad para fomentar. En resumen, no es que haya mucha belleza, y lo digo yo que prefiero la simpleza a la compleijdad. La música que no es repetitiva en su mínima expresión cuenta con un «léxico» (por decirlo así) más amplio para expresar cosas, y hace mucho más placentera la experiencia de tocar o cantar.

Es exactamente como el ejercicio de aprender las letras, luego las palabras, y luego poder leer ideas e historias.

Productividad: Siempre batallando

Busqué un trabajo de medio tiempo para poder dedicarme a mi profesión y otros intereses creativos que tengo. Pero esto no es sorpresa para nadie, porque, si mal no recuerdo, documento bastante en redes sociales y en mis blogs, cómo es la relación con el tiempo en este sentido. Incluso hace unos días me salió un recuerdo en Facebook de una crisis creativa y vocacional que tuve en el 2021, que no pude evitar contrastar con los meses de Septiembre y Octubre del presente año, en los que logré terminar un proyecto literario y una composición musical, además de diversos tejidos y costuras. Estuve meditando sobre esta diferencia, y concluí que la crisis ha sido superada y que llevo un año supremamente productivo, así sea sobretodo en los oficios manuales, así que voy a contarles y a contarme a mi misma del futuro lo que HOY día estoy haciendo bien.

La máquina de coser

Mi máquina de coser ya tiene 4 meses, y la he estado usando consistentemente dos veces por semana los últimos dos meses. Pero hay dos trucos psicológicos que le aprendí a su uso:

  1. El primero es que, como hace ruido y yo soy un poco sensible, procuro no escuchar música, ni podcasts, ni nada mientras la uso. Coso en completo silencio, lo cual me va sosegando y calmando los ánimos. Es por esta razón que coser se ha vuelto en una preparación excelente para la lectura, la escritura, la composición y la oración. Por ejemplo, ahora mismo vengo de coser.
  2. Lo segundo es que me he ido forzando a parar después de hora y media, haya o no terminado el proyecto. Si lo termino antes de ese tiempo, me detengo. Al principio, me enredaba con un proyecto por horas y horas hasta terminar hastiada, y sin haber cumplido otras tareas, lo cual me arruinaba el día en cierto modo. He encontrado que si me detengo y luego retomo, incluso me salen mejor las cosas después.

No más televisión

Desde la Cuaresma no he visto televisión como tal. Suspendí la televisión porque lo que veía me resultaba a largo plazo desesperanzador de ver lo mala o cochina que puede ser la gente… Veía películas o series en plataformas de streaming, pero desde Septiembre dejé de ver series, y he tenido mucho más tiempo, porque, así como con la costura, mi tiempo de tejido se limita al video que decida ver, que no me causa la adicción que una serie me causa, y puedo dedicar más horas a otras cosas.

Estos dos puntos fueron con respecto al uso del tiempo, y con respecto a los oficios, que son sencillos de retomar, y que no requieren un movimiento extra de la Voluntad o el Entendimiento. Vamos ahora a la producción intelectual… Les contaré cómo logré sacar un proyecto literario y una composición, más los videos de Youtube y las entradas de blog en Septiembre y Octubre.

Inspiración y premeditación

No todos los creativos somos iguales, cada persona tiene sus trucos y rituales que le funcionan. En mi caso, después de 15 años de crear pude detectar qué es lo que me sirve, y lo estuve poniendo en práctica exhaustivamente: Yo lo que necesito es inspiración y premeditación.

  • La inspiración consiste para mí en consumir intensivamente productos similares a lo que quiero crear. Es por eso que este mes me llevé un libro de poesía a la calle para leer en mis ratos libres, y también leí otro distinto en mis tiempos libres en la casa. Estuve escuchando música latinoamericana para piano, y tocando las pocas piezas del estilo que quería lograr que me sé. Todo esto para que mi mente entrara en un lenguage, en una dinámica sobre la cual iba a trabajar la premeditación.
  • La premeditación para mí es pensar mucho y con conciencia en lo que quiero hacer. Lo contrario sería pensar en lo que se quiere hacer en el momento designado para crear, porque se puede perder ese tiempo valioso, sobretodo si uno no tiene mucho. Estuve aprovechando la ducha y las tareas de limpieza para ir planeando y dando forma en mi mente a lo que quería hacer para que cuando llegara el momento, solo fuera plasmarlo, corregir y pulir.

La batalla es la disciplina

Pero bueno, digamos que todas estas cosas no serían posibles si no estuviera batallando con mi Voluntad cada hora del día. Cada vez que empiezo una tarea, espero una de estas dos peleas: La pelea para forzarme a parar, y la pelea para forzarme a continuar. Sin mencionar que muchas veces la batalla es para empezar. Muchas veces no quiero hacer nada… Y en efecto, me he acostado en mi cama a intentar dormir porque me abruman las tareas. Pero me pongo a pensar en la menos tediosa, y me animo para comenzar por ahí. A veces solo quiero sentarme a ver videos, y comienzo, pero me está ganando la conciencia, y me paro porque sé que debo avanzar.

Si les contara que mi costumbre es no terminar lo que empiezo… Por eso no suelo hacer proyectos grandes. Sin embargo siento que eso va a comenzar a cambiar.

Santa Catalina de Siena y la oración en un combate inesperado

Siempre me ha llamado la atención Santa Catalina de Siena, en principio porque es doctora de la Iglesia, y desde niña me llamaron mucho la atención las doctoras, principalmente porque eran mujeres de sabiduría, y porque escribieron. Pero no sabía mucho de ella, así que como algo muy casual, ayer me puse a escuchar la historia de su vida en un podcast.

Su historia me conmovía tanto desde el principio que me la pasé llorando… Unas veces por el testimonio de su amor a Dios, otras por las visitas que le hacía Cristo mismo, o por sus actos de amor al prójimo… No obstante, hubo un pasaje de su vida que no me hizo llorar como tal, pero que me impactó grandemente: Su visita al Papa Gregorio IX para pedirle que regresara a Roma, pues el Papa se encontraba viviendo en Avignon. El guión del podcast seguía un orden curioso: Nos recordaron a la audiencia el rigor de la vida de oración y penitencia de Catalina, antes de pasar al pasaje de la visita al Papa, como para que fuera inevitable conectar ambas cosas.

Es posible que las personas que crecimos escuchando las hazañas de los santos, hayamos perdido, en el peor caso el encanto por ellas, pero más frecuentemente la aplicabilidad de esas hazañas a la vida real. Si… yo ya sabía que ella fue a visitar al Papa, y lo dejé pasar sin notarlo muchas veces porque no se trata de un sangriento martirio o un milagro prodigioso. Sin embargo ayer me puse a pensar… FUE A VISITAR AL PAPA. Viajó hasta Avignon con recursos muy limitados, se presentó sin cita, sin ningún título o autoridad mundana, y presionó por varios días hasta conseguir que el Papa accediera a verla. Me golpeó el corazón ponerme en sus zapatos y ver lo cobarde que sería yo en esa posición. ¿Qué es lo que sostuvo a Santa Catalina?

  1. Voluntad. Comencemos con que FUE. Sabía que de su visita podía venir un gran bien, pues sólo le preocupaba la gloria de Dios y la salud de la Santa Iglesia, es más… El alma del Papa debía estar en juego también. Así que fue… Simplemente. ¿Qué puedo hacer yo con mi voluntad, si nisiquiera soy capaz de levantarme con la primera alarma?
  2. Completo descuido de los respetos humanos, pues ella sabía que era una mujer, apenas terciaria dominica, que no tenía poder ni dinero como justificar su encuentro con el Papa, menos para hacerle las caritativas correcciones que le hizo.
  3. Abandono total a la Providencia. Si yo sacara la voluntad de ir a hablarle al Papa, encontraría mil obstáculos e inconvenientes que me impedirían irme hasta tenerlo todo solucionado y cubierto; en cambio ella era realmente pobre. En la historia que escuché decía que su vestido estaba visiblemente gastado, y que su apariencia era humilde, y aún así allá llegó, tal vez nunca nos enteremos por completo del cómo.

Entonces pensé en su rigurosa vida de oración y penitencia, y para cada una las virtudes enumeradas se encuentra una raíz en el cultivo de la vida interior. Pero hay una raíz que todas tienen en común, y es el orden correcto de los afectos a las creaturas: Si Dios llama a hacer algo, ese llamado está por encima de las jerarquías humanas, de las costumbres, de los obstáculos materiales, de la PROPIA CARNE. Si Dios llama, Él ya ha puesto los medios. Y esto es fácil entenderlo en las cuestiones materiales o exteriores, es un poco más complejo en lo interior, pero es eso lo que encontré tan inesperado y fascinante.

Los medios para superar obstáculos como la timidez, el pánico, el respeto humano y la aparente dificultad para expresarse (que no se note que soy introvertida), son la vida interior misma, es decir la unión mística con Dios, que hacen que uno esté tan lleno del Cielo que no hay espacio para preocuparse por uno mismo. Dios es Inmenso, es el principio, el fin y el contenido; y como están ordenados los afectos, las personas se aprecian vulnerables y débiles, y la materia, vacía. Es más sencillo expresarse cuando uno está alineado con Dios en buscar el bien.

Esa es mi lucha inesperada… La lucha contra mi propia inseguridad. Siempre he entendido que mis inseguridades son excesiva preocupación de mi misma, pero sé que también son un buen punto de partida a la hora de entender que uno es tan poco como se siente. Que el resto de la vasija la llene Cristo con su Doctrina, su Sangre y su Gracia.

Fin de un Agosto con un plan

Es 30 de Agosto, y heme aquí escribiendo en gran medida porque me propuse subir una entrada mensual, y no va a ser una entrada sobre música. La razón es que hace un par de meses recibí una máquina de coser, y después de un mes de Julio de perderle el miedo, y unos primeros proyectos reconfortantes, se me ha metido en la cabeza la idea de vender mis creaciones de una forma más seria (los tejidos, pues tengo largo tiempo tejiendo, y productos nuevos en costura).

Se me metió en la cabeza estandarizar lo que voy a ofrecer, y estuve todo este mes creando prototipos, tomando fotos, definiendo una imagen para mi nueva marca, y redactando descripciones. Sin embargo, ¿qué significa «crear los prototipos» en cuestiones de materia, espacio y tiempo? Que estuve más o menos 20 horas a la semana tejiendo y cosiendo. Coser no es sólo coser, sino medir, hacer moldes, y lo peor de todo, cortar; sin embargo se abarca mucho en poco tiempo si lo comparamos con tejer. Tejer es demorado… Incluso proyectos pequeños toman su tiempo. Ambas cosas requieren la mirada concentrada, y el ruido de la máquina también ocupa mis oídos, pero como en distintos puntos del proceso tejer es repetir mecánicamente, me la pasé viendo series y videos de YouTube.

Hace mucho no me volvía tan adicta y dependiente de la pantalla… Es más, no leí absolutamente nada… Y lo sé porque lleno un HABIT TRACKER para obligarme a adquirir buenos hábitos, como la lectura de buenos libros. Pues si quieren, pueden comprobar que no toqué un libro en 30 días.

Cada semana en algún punto me planteé «¿qué voy a escribir en el blog?». Tuve una idea al principio, pero resultó que ya estaba muy quemada. De los posibles temas que tengo en una lista no tomé ninguno, porque requería preparación, y no vi muy probable sacarles el tiempo. Pero además, mi cabeza está vacía de cosas profundas y metafísicas… No puedo pensar, mi cerebro está lleno de series y videos…

Ayer me puse a pensar en un bus que necesito un balance. Me gustan mucho las actividades manuales, pero Dios me creó con ciertas capacidades y talentos no tan comunes que se mueven en el reino de los abstracto y espiritual. Hace mucho que tengo una idea para un libro. ¿Y si dedicara algo de las 20 horas semanales que me dediqué a trabajar con las manos a comenzar ese proyecto? No sé si es una elección que debo hacer… Lo cierto es que ver series y videos tampoco ayuda…

Una audición, una misa, y un sano amor propio.

Junio fue un mes con muchas pruebas para mí, tanto que hace mucho no tenía que luchar tanto contra la melancolía para sentarme a escribir, sin embargo vengo a relatar esas pruebas porque puede ser de utilidad, en primer lugar para mí misma.

Empecemos con el contexto: Desde el 2020 mi vida profesional consiste en darle a mi trabajo estable de clases de inglés un tercio de mi día,y de resto en cantar las misas en la Capilla a la que pertenezco, ensayar con mis grupos y dictar clases de música, sobretodo a niños, pero también a adultos. Sin embargo, una oportunidad de entrar a un coro profesional de una orquesta sinfónica se presentó, con un sueldo que dobla el que me gano dando clases de inglés. No solo me sentía completamente capaz de pasar los filtros, sino que estaba muy entusiasmada porque iba a aprender y crecer mucho cantando con profesionales como yo, algo a lo que no estoy muy acostumbrada porque me veo rodeada de personas que aman la música, pero que no son cantantes profesionales. El primer filtro era la hoja de vida, y lo pasé sin mucho esfuerzo porque soy cantante certificada por una universidad y tengo bastante experiencia cantando en coros, así que llegaba el momento de preparar la audición.

La audición constaba de tres partes: Cantar un aria antigua, cantar una de las piezas que ellos nos habían pedido que preparáramos, y hacer una prueba de lectura a primera vista. Estudié mucho las piezas, pero ya montando el repertorio me enfrenté con algunas falencias técnicas que tengo. Llegó el día de la audición, y los turnos estaban tan atrasados que pasé dos horas más tarde de la hora que me asignaron. En esas dos horas de espera pude ver cómo se preparaban las otras aspirantes, cómo calentaban la voz y cantaban, escuché con cuánta anticipación se habían preparado y cómo el repertorio clásico y romántico de las piezas les era muy familiar… Yo nunca había soñado con cantar esas cosas… Pasé del jazz al Canto Gregoriano; de «la guitarra, batería y bajo» al órgano… En fin, la verdad nunca se me hubiera ocurrido que iba a cantar Verdi o Rossini en la vida. Aunque no me sentía exactamente nerviosa o mal, me sentía pasmada, en una especie de limbo emocional en que el que no tenía control de mi mente o de mi cuerpo, mi mente estaba nublada, mi cuerpo helado y pesado. Así entré a la audición y tristemente no tuve voz… No me salía… Y después de que en principio no me salió, volví en mí para sentir una ansiedad terrible y un deseo muy fuerte de salir huyendo. Pero me quedé para en últimas fallar todas las pruebas, excepto la de primera vista que de algún modo saqué adelante.

Salí llorando, obviamente. La humillación no fue poca porque ví con mis propios ojos la decepción y el hastío en los rostros de los jurados.

Lo bueno es que al día siguiente me veía obligada a seguir con mi atareada vida de actividades diversas que me permiten despejar la mente. Pero cuando tuve ensayo y quise cantar, me sentía muy mal, me sentía incapaz, que no doy a la altura. Para colmo venía una misa que teníamos que cantar solo mi esposo y yo.

Ensayamos mucho y había además repertorio que nos sabíamos de memoria, así que llegó la hora de la misa. Al principio la voz me temblaba, no lograba ponerla en su lugar y me sentía muy nerviosa y conciente de mis debilidades, pero a medida que fue pasando cada parte de la misa empecé a relajarme y a disfrutar de la música, porque la misa me daba algo que la audición no podía darme: tiempo para recuperarme y una nueva oportunidad en cada parte de la misa. Además yo no era el centro de atención ni mucho menos, los feligreses nisiquiera podían verme.

Estas dos experiencias me confrontaron mucho con mi propia introversión. Hace años me sirvió muchísimo entender que la introversión es un rasgo de mi personalidad, así como el de mucha gente como mi esposo y algunos familiares, que no es necesariamente un defecto, y que viene desde la química del cerebro. Como he ido tanto a psicoterapia en mi vida, digamos que aprendí a manejar mi introversión bastante bien, sobretodo para sobrevivir en las situaciones sociales. Pero claro, hay un aspecto de la introversión en el que hace mucho no pensaba, que es la fácil y mayor sensibilidad a los estímulos externos. Mi conciencia del ambiente y los pequeños detalles de la espera y la misma audición era tan grande, que no podía concentrarme y regresar a conectarme conmigo. En la misa pasó lo contrario, aunque de golpe comencé así, como fuera de mí, tuve tiempo de recuperarme a medida que pasaban los distintos momentos.

Es que después de años de timidez, ya tengo identificado que para mí los nervios suponen eso, salirme de mí, no estar en control de mi mente o de mi cuerpo… Como si soltara el timón y los pedales del carro. Pero también sé que supero los nervios cuando repito una y otra vez la misma experiencia y poco a poco voy ganando el control, poco a poco. Es muy raro que yo me apropie de algo a la primera. Tal vez la segunda o tercera audición que haga sea exitosa, sin embargo, viéndolo con distancia, tal vez ese repertorio no era lo mío, y el trabajo me habría quitado tiempo para mi sinte, mi gregoriano, y mis estudiantes.

Y a pesar de todo, AMO los rasgos de mi introversión: amo mi capacidad para hacer cosas que a otros les parecen aburridas o de mucha paciencia, amo mi introspección, mi capacidad para abstraer, y aún más, si no sintiera y percibiera tanto no podría escribir poemas ni canciones, ni escribir este blog.

¿Cómo trabaja con ustedes su melancolía?

La dimensión filosófica del Canto Gregoriano

Este es un pasaje traducido por mí del libro Reflections on the Spirituality of Gregorian Chant de Dom Jacques Hourlier (1995, Paraclete Press), que reúne una serie de conferencias del autor. Es por eso que se siente tan espontáneo, o hablado.

«En este punto podríamos hablar largamente del adagio arte por el arte. Sin embargo, bastará decir que este cliché es radicalmente anti-artístico. Hay dos tipos de música: Una que hace al oyente esclavo de lo que escucha, y otra que hace al oyente libre. La primera «lanza un hechizo» sobre la naturaleza sensual del hombre; la segunda funciona a nivel espiritual. Recordemos por un momento las palabras de Gauguin: ‘el arte primitivo procede de la mente y hace uso de la naturaleza… La naturaleza degrada al artista dejándose adorar por él…’ .

El Canto Gregoriano hace exactamente lo contrario. Su estado predominante ha sido descrito como un «estado de exaltación calmado». Su carácter apaciguante y purificador es una especie de preparación moral, y su transparencia limpia la opacidad de las cosas materiales para abrir paso a los valores espirituales. El Papa Pío XII, al igual que otros Papas, elogiaba la santidad del Canto Gregoriano, pues con santidad se refería a esa ausencia de elementos externos y a la separación de lo profano a través de la total consagración a Dios. El arte verdadero revela una parte de la belleza de Dios, porque el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios… El arte verdadero abre el camino a la región del misterio, no sólo porque abre el alma a misterios invisibles e inexplicables, sino porque hace estos misterios tangibles. El Canto Gregoriano es particularmente efectivo para tocar el «oído de nuestro corazón».

Uno de los secretos de la efectividad del Canto Gregoriano es que, en vez de intentar complacer al oyente, le habla de Dios. Las personas no se buscan a sí mismas en el Canto, buscan alcanzar a Dios, así que el arte musical es sometido a un último fin, que es la unión con Dios.

La relación recíproca entre el hombre y Dios

Después de demostrar que la música nos separa del mundo y de nuestro ser inferior, George Balàn declara que la música no es un fin en sí mismo, sino que nos dispone para la vida mística, es por eso que existe una semejanza con Cristo (esto aplica para la verdadera música, en oposición a la «anti-música», y por encima de todo al Canto Gregoriano).

La expresión «semejante a Cristo» genera la inquietud de si es posible que el Canto Gregoriano tenga o no una relación con el Verbo Eterno, o un valor de Encarnación como tal. Conocemos bien su conexión intrínseca con las Escrituras, y sabemos por lo tanto que habla de Dios, o más bien que Dios nos habla a través del Canto. Bàlan verifica entonces lo que A.D Sertillanges había expresado de una forma más general. ‘Qué honor’ dice, ‘que este arte esté tan incorporado con la vida del alma en Dios, con la vida de Dios en el alma’. Es por eso que el Canto Gregoriano se percibe más «místico» que otros tipos de música religiosa.

El Canto establece una conexión entre el hombre y Dios porque sugiere e interpreta realidades divinas, y porque inflama un amor desinteresado por estas realidades. Podemos citar a San Agustín:

«Cantare amantis est»

Cantar es propio de quien ama.

y podemos revertir la cita:

«Amare cantoris est»

Amar es propio de quien canta.

El lugar que tiene el amor en el Canto Gregoriano corresponde a la presencia del Espíritu Santo en el alma. ‘Si me dais paz, si me dais santa alegría, entonces el alma de tu esclavo estará llena de música,’ dice Gerson, un sentimiento compartido por Tomás de Kempis en su Imitación de Cristo.

El valor espiritual del Canto Gregoriano es determinado en grandísima medida por la experiencia religiosa del compositor, el cantor y el oyente. Adicionalmente, el Canto Gregoriano, más que otros estilos musicales, refleja las buenas cualidades del artista: Su talento artístico, ciertamente, pero también su riqueza espiritual, su estado de gracia y su santidad. Este ha sido comparado con el arte de pintar íconos, pues los temas ya están dados hasta el más mínimo detalle, lo cuál le deja espacio al artista únicamente para expresar, a través de sus habilidades, su alma y su vida interior.

Así que, para concluir, regresemos al aspecto litúrgico del Canto Gregoriano para notar lo perfectamente que encaja la parte vertical de la Liturgia. El hombre sirve de instrumento, pero es a la vez el beneficiario. Así como la Liturgia en sí misma, el Canto Gregoriano es ofrecido por Cristo Dios y hombre, a Dios Uno y Trino.»