Patrones dentro y fuera de la música.

El otro día estaba practicando en el piano, y mi repertorio de piano solo consiste en piezas que me he aprendido a lo largo de mi formación, desde el colegio a la universidad, en materias como Piano complementario. Estaba tocando una de esas piezas, que realmente son sencillas y muy especiales, cuando se me ocurrió que podría enseñársela a unos estudiantes que son hermanitos y que rondan los 7 y 9 años. Comencé a fantasear con mucho entusiasmo, pero al rato ya estaba aterrizando a la realidad: No están listos para una pieza así, y no por falta de habilidad o talento, sino por cuestiones de falta de lectura.

Como cada estudiante, que tiene sus peculiaridades, a este par de niños les ha costado muy específicamente la lectura de las partituras, y no quisiera ponerme a explicar porqué creo que es así… El punto es que, tratando de optimizar y sacar más resultados, he optado por ponerles canciones y piezas que tienen motivos que se repiten mucho: de aquí el título de esta entrada. Les he puesto piezas de melodía y acompañamiento, y ellos fácilmente se aprender el arpegio o ritmo monótono del acompañamiento, y a la memoria queda la responsabilidad de aprenderse el sonsonete de la melodía, que les queda fácil porque tienen buena disposición para la música. En cambio, la pieza que quería ponerles tiene distintas secciones con diferentes centros tonales, estilos de acompañamiento, y los motivos se repiten pero después de tramos más largos de música.

Por otro lado, le estaba aconsejando a una amiga el otro día que estudiara más las escalas para que algunos pasajes de la música que estamos cantando no le costaran tanto, una convicción de la que hablo en esta otra entrada:

Le explicaba a ella que es más fácil solfear cuando uno lee estructuras en vez de mirar nota por nota, de nuevo identificando PATRONES. Mi esposo estaba presente y nos hizo caer en cuenta que para el canto gregoriano debe aplicarse el mismo principio, uno debe identificar los motivos que aparecen una y otra vez.

Es interesante porque la música siempre va a tener motivos y patrones (por lo menos toda la música que yo escucho e interpreto), pero no siempre al mismo nivel de complejidad, ni de una forma tan llana y evidente. Entonces me puse a pensar con qué imagen podría explicar estos niveles a mis estudiantes, y se me vino a la mente el crochet, mi bienamado hobby, y utilizaré fotos de cosas que he tejido. Tengan en cuenta los lectores que esta analogía no es perfecta ni mucho menos.

Uno puede tener un esquema limpio y evidente como rayas, zigzag, y esquemas de colores contrastantes, y para tejer estos esquemas, solo hay que estar atentos al principio y al final, porque es tejer de corrido cada línea. Este estilo sería el equivalente al acorde con la melodía: la melodía está clarísima, y la armonía la dan unos bloques en movimientos exactos y repetitivos, como en un vals o como un cantante rasgando una guitarra.

Luego tenemos los esquemas que se van construyendo de a poquitos, en los que hay que avanzar siguiendo instrucciones distintas para cada línea, en grupos de 4, 6 u 8 líneas. Solo hasta que uno ha terminado esas líneas, ve el motivo final, como en los cuadrados en crochet, los motivos tipo encaje, y otros que dan texturas interesantes. Esto equivaldría para mí a invenciones, fugas, piezas del Barroco, y piezas del Clasicismo.

Por ejemplo, el coro al que pertenezco es de canto gregoriano y música del Renacimiento, pero se nos pidió que montáramos una pieza de Haendel, el «Alleluia, Amen». De primerazo nos costó sacar las dos primeras páginas, no obstante, al pasarle una dos o tres lecturas a la pieza completa, entendimos cómo funcionaban los temas rítmicos que se repetían una y otra vez, y nos la aprendimos de memoria con relativa facilidad.

Por último, tenemos patrones más complejos como los de la técnica de mosaico, en los que para cada línea se sigue una cuadrícula minuciosamente, y el patrón toma forma lentamente… Digamos que no hablo tanto del resultado visual, como del proceso de construirlo: obligatoriamente toca LEER la guía, porque es imposible tejer intuitivamente cuando se está formando el primer motivo. La seguna repetición del motivo ya es mucho más fácil. En esta categoría entrarían el canto gregoriano y la polifonía del Renacimiento, por ejemplo, música para la cual hay que mantener los ojos en la partitura debido a que, aunque existe motivos, no es predecible siempre cuál va a venir.

Para mis estudiantes quisiera que empezaran a entrar en la segunda categoría… Pero es por eso que la lectura de la música es clave. Cuando la música es evidente y repetitiva, no hay nada que leer, pero tampoco mucho que entender, emociones profundas que comunicar, o habilidad para fomentar. En resumen, no es que haya mucha belleza, y lo digo yo que prefiero la simpleza a la compleijdad. La música que no es repetitiva en su mínima expresión cuenta con un «léxico» (por decirlo así) más amplio para expresar cosas, y hace mucho más placentera la experiencia de tocar o cantar.

Es exactamente como el ejercicio de aprender las letras, luego las palabras, y luego poder leer ideas e historias.

Publicado por

lauraceballosflrez

Soy compositora y soprano. Actualmente me dedico a cantar en ensambles vocales de música sacra, y a dictar clases particulares de canto, solfeo y piano. Me encanta leer, escribir, y el crochet.

Deja un comentario